Los Quintos

Bueno muchachones, aquí estamos los quintos de este año, dispuestos a dar toda la guerra del mundo

Los quintos, para el que no lo sepa, eran aquellos jóvenes en edad de hacer el servicio militar. Antes, no estaba tan mal visto como ha llegado a estarlo, e incluso era motivo para enorgullecerse. Por este motivo celebraban una fiesta en la que se invitaba a vecinos y conocidos, como el que se casa o tiene un hijo.

La fiesta de los quintos en Fuenterroble de Salvatierra se celebraba todos los años más o menos en Marzo, ya que ha variado con los años por unos motivos u otros. Entre estos motivos estaba el hecho de que el servicio militar variaba con el tiempo, siendo de 4 años allá por los años 40, de 1 después e incluso con excedentes de cupo dependiendo de los años. También después se introdujo el sistema de reemplazos, que trastocó las fechas totalmente, ya que los quintos no se iban a la vez sino en distintos turnos. Más tarde vino otra moda: las prórrogas, con lo que la celebración no tenía ya el referente de la ‘mili’, sino más bien el de la edad de los mozos.

A pesar de estos inconvenientes, siempre se ha seguido celebrando. Incluso ahora que ya no hay servicio militar obligatorio, los correspondientes jóvenes quintos (aunque ya no lo son) lo seguirán haciendo. Algún día la gente ya no sabrá el porqué de la fiesta al igual que pasa con muchas otras.

De modo que os describiré un poco cómo se celebraba en Fuenterroble de Salvatierra dicha fiesta. Pero empecemos presentando a los homenajeados, que no eran un grupo, sino dos: Los que entraban en quintas y los que salían de quintas.

El año antes de tallarse lo jóvenes entraban en quintas. Tenían ciertos privilegios durante todo el año hasta que salían de quintas e iban a la ‘mili’. Estos eran los representantes de la juventud en el pueblo y tenían cierto derecho a ‘armarla’ en determinados momentos. Por ejemplo, antes existía la tradición de que el forastero que se echara de novia a una del pueblo invitara a la ronda a todo el mundo. No a todos, no siempre del mismo modo, pero tenía que tener un detalle con el pueblo. Bueno, pues los quintos que entraban eran los que tenían derecho a pedir esa ronda al futuro novio, y podían increpar a todo aquel que la hiciera pagar sin ellos presentes. Ellos eran también los justicieros que se hacían cargo de echar al pilón del caño a todo aquel que no cumplía o someterle a humillaciones mayores. También eran los encargados de pedir el jamón de la boda en las bodas del pueblo. El jamón de la boda era otro convite que se realizaba tras la boda. El jamón en otras épocas fue un bien muy preciado aunque ahora suene raro. Por supuesto, deseando estaban de tirar al pilón al novio si no se estiraba.

Los otros eran los que salían de quintas, que habían celebrado la entrada en quintas el año anterior y ese año se iban al ejército. Al contrario de lo que se puede pensar, según avanzaba el año y salían de quintas, los mozos iban perdiendo ese privilegio, culminando tal decadencia al convertirse en militares y solamente obedecer. Quizá ese año antes de la ‘mili’ se considerara en un principio como privilegio final antes de hacerse un hombre.

Un fin de semana de Marzo, el fin de semana en el que se tallaba a los mozos, el sábado, los que salían de quintas se pasaban todo el día recogiendo leña y comida por todo el pueblo con carros de bueyes. La gente les daba leña, se tiraban muebles viejos o basura del corral, se limpiaba algún prado de escobones o retamas… pero además le daban comida, esta se componía de chorizos, huevos, etc. y así, durante todo el día (todo regado con vino, claro) se iba amontonando la leña en la plaza nueva o de la picota para por la noche prenderla. No sé exactamente el por qué, quizá fuera para demostrar su hombría o por cualquier otro motivo. El caso es que tras un duro día de trabajo, todo el pueblo iba a ver la lumbre de los quintos, a darles la enhorabuena del trabajo. Recordemos que en aquella época ser quinto era un orgullo, como me han llegado a decir, porque bastante era llegar a esa edad, aunque supongo habrá más causas.

Se encendía la lumbre… A su vez, llegaban los que entraban en quintas, también llamados los de la pandereta por ser los encargados del cante y portar estos instrumentos y otros, como el típico almirez y pandero que se tenían que hacer ellos mismos. Estos se encargaban de animar el ambiente y allí estaban todos juntos aunque celebraban dos fiestas diferentes, ya que cada año había quince o veinte mozos por quinta, y eran suficientes para hacerlo, no como ahora, que a duras penas se juntan suficientes como para hacer la lumbre, con los que entran y con los que salen.

Al día siguiente, tras el agotador sábado, se iban a tallar al ayuntamiento y luego a seguir celebrándolo comiendo juntos.

Pero volvamos a los de la pandereta, los auténticos reyes de la fiesta. Esa mañana de domingo, los quintos que entraban compraban un carnero para comer, pero durante la mañana se dedicaban a pasearlo por todo el pueblo, todos con sus escarapelas puestas, para indicar que eran los quintos. Se iba de casa en casa de ellos ya que estaba preparado el festín y se iba tomando una copita en cada una. Os podéis imaginar que esos dos días, los quintos y todo el que se arrimaba, acababan con una copa de más. Para eso eran hombres… todo estaba permitido para los quintos, y lo que no, ya se encargaban ellos de tomarse la justicia por su cuenta.

Y así era la fiesta, y casi es así ahora. Se han desvirtuado algunas cosas, otras cosas son nuevas. Por ejemplo, ahora se invita a los familiares ya que desde hace tiempo, son pocos los quintos y siempre se animan las comidas con más gente. También entró la moda de las mozas, que aunque no pintan mucho en un evento como este, también se arrimaban, colaborando en los cánticos y otros quehaceres más de mujeres, como podría decirse.

En nuestros días todo se reduce a comidas en las que uno invita al que quiere, los motivos no son más que tradicionales y en algunos casos son los padres quienes animan a los hijos a algo que no conocen, pero lo importante es que se sigue celebrando este año, que por primera vez no hay servicio militar obligatorio.

También era costumbre despedir al quinto cuando este era llamado a filas, para ello los quintos salientes acompañaban al tren a Guijuelo y como no para demostrar la valentía los quintos dejaban su señal de identidad en el frontón anteriormente en la ermita el típico letrero VIVA LOS QUINTOS DEL…

quintos02

Después de muchos tropiezos, marranicidios incluidos, acabamos todos enteros y verdaderos. Esperamos que esto no se olvide por los siglos de los siglos y siga esta tradición por muchos años. Hasta siempre.