El retablo mayor de Santa María La Blanca, es de tamaño mediano, 6,25 metros de altura, por 4,15 metros de ancho y una profundidad de 0,50 metros.
De orden tetrásilo con columnas canónicas en el que se potencia el centro, como es típico en los retablos de la época. Su fachada, de un sólo cuerpo, consta de banco, cuerpo principal y ático semicircular rematado con copete. Los motivos de decoración son vegetales y pequeños fragmentos de cortinajes geometrizados. A sus lados se extienden dos aletones de grandes proporciones de los que sólo queda uno.
La hornacina central, mayor, está retranqueada hacia el fondo, dispone de casetones en el intrados y laterales con marcos marmorizados, y detalles. Estos dos laterales sólo existen los marcos que contenían las tablas. Las dos hornacinas laterales enmarcadas por las columnas canónicas, decoradas con racimos de uvas y hojas de parra.
La potenciación del centro se subraya, además de con el mayor tamaño de toda la calle, mediante la presencia de seis ángeles. Dos de menor tamaño que el resto y en bajo relieve, situados en la parte superior de la hornacina central, elevan la corona de la Virgen, en el que se intuyen; otra talla, en esta ocasión un alto relieve, de tamaño un poco mayor, nos muestra a otros dos abriendo un cortinaje sobre la misma hornacina; y los otros dos, de bulto redondo y mayores que el resto, se encuentran sentados sobre la cornisa, uno, el de la izquierda, en el lado interior de la calle y el otro en el más sobresaliente del lado derecho.
El centro del ático alberga una pintura sobre tabla elíptica cuyo tema es la Coronación de la Virgen, que se encuentra enmarcada y subrayada por dos machones.
El banco intercala cartelas y ménsulas salientes con talla abundante. Ha perdido la tabla y su exorno lateral derecho, y todo el central, incluido el sagrario.
La planta rectangular, tiene dispuestos sus elementos en dirección quebrada y en sus laterales presenta los aletones de carácter lineal y en sentido oblicuo para ajustarse al ábside, este desarrollo consigue un efecto ligeramente cóncavo en la visión frontal.
EL AUTOR Y SUS COLABORADORES
Joaquín de Churriguera, nació en Madrid en 1655 y fallece en Plasencia en 1724. Hijo de María de Ocaña, hija de Juan de Ocaña, escultor y tallista madrileño, y de José Simón de Churriguera, hijo a su vez de Joseph de Xurriguera tallista nacido en Barcelona. El apellido original se cambió por su traslado a Madrid, castellanizándose de este modo.
Su padre José Simón, El Viejo, tuvo padrastro y asociado profesionalmente al catalán José Ratés Dalmau, así mismo, ensamblador de retablos. Al morir prematuramente José Simón aquel adopto a sus hijos, siendo su maestro profesional. En el siglo XVIII se decía que los Churriguera eran oriundos de Salamanca.
Joaquín de Churriguera, se traslada a Salamanca posiblemente para colocar en el retablo de San Esteban de la iglesia del mismo nombre, que tenía contratado su hermano José Benito, sujeto a la supervisión de Claudio Coello.
Luego, en solitario, se hace cargo del retablo mayor de las Clarisas, junto a Pedro de Gambo, en 1702.
En Valladolid, con Diego de Suano y Francisco Pérez como asentadores, se hace cargo del de la capilla mayor de la iglesia de Santiago en Medina de Rioseca en 1703.
En Salamanca, realiza el retablo mayor, hay en día desaparecido, de la Trinidad Descalza en 1705, Sebastián Hernández y Andrés Magariños fueron sus colaboradores en esta ocasión. En este mismo año firma tres nuevos contratos para la realización de dos retablos en Pedrosillo del Ralo en Salamanca y el mayor de la parroquia de Santa María en La Seca de Valladolid, también desaparecido, en el que colaboró Domingo Ortiz como ensamblador y Gaspar Enríquez como escultor entre otros, que es el prototipo de los restantes retablos murales de los pueblos de Castilla.
Otra vez en la ciudad de Salamanca, en 1709, realiza el retablo de Santa Cruz, que firma junto a su cuñado José de Larra, y el del convento jerónimo de Guadalupe, ambos desaparecidos.
En Ávila hace el altar-baldaquino en 1713, para la capilla de San Segundo, cuya colocación se realiza en 1723.
En 1714, se le nombra maestro mayor de la Catedral nueva de Salamanca.
Diseña la sillería del coro de la Catedral nueva en 1724, año en el que acepta la invitación del Cabildo de Plasencia para la realización del retablo del Tránsito de la Virgen, donde muere siendo su hermano Alberto el que finaliza estas dos obras.
Por citar alguna de sus obras arquitectónicas, pues aunque ente todo es escultor, tallista y carpintero, es de destacar el Colegio de la Orden Militar de Calatrava en Salamanca, se observa un planteamiento del edificio en el que se logra un efecto grandioso de las masas, la decoración no hace más que subrayar y reforzar las líneas maestras, al lado de las construcciones contemporáneas de San Martín Pinario en Santiago de Compostela, la Universidad de Valladolid y el colegio de San Telmo de Sevilla, todos a lo largo de la Vía de la Plata. Pos u muerte lo finalizó su hermano Alberto.
Antonio Alonso Villamayor, se da muy probable a este pintor como el ejecutor de la tabla, debido al estudio comparativo en el que sus obras son muy similares, tanto por la técnica pictórica desde la capa de preparación, en todas muy delgada, hasta la paleta cromática, muy similar, como la iconografía, composición y resolución de los elementos accesorios, muy repetidas y convencionales.
En las entrevistas mantenidas con D. Antonio Casaseca y Dña. Emilia Montaner, coinciden en señalar a este pintor como muy probable autor de la tabla oval sobre la Coronación de la Virgen.
Este pintor aragonés se establece en Salamanca, realizando gran cantidad de obras en la región, muchas de las cuales están sin documentar y otras se atribuyen al taller dada su cantidad.
Se podría decir que es el más representativo del modesto ambiente artístico local de la época; su obra no es de gran significación, pero su dibujo es correcto y realiza figuras sólidas, aunque con errores de proporción, con rigor y minuciosidad, sobre todo en los detalles. Se inspira en grabados y obras de la escuela italiana, así como en Antonio Palomino.
Las obras más destacables al respecto son, en el museo de Salamanca se pueden contemplar varias, una que representa a «Santa Catalina de Alejandría», procedente de la desamortización, en la que, tanto la gama cromática, como la resolución del rostro y las manos en particular y la figura femenina en general, son de un extraordinario parecido a la Virgen de la tabla que nos ocupa; otra la «Aparición de San Pablo a San Alberto Magno y Santo Tomas de Aquino», en la que la corona es muy parecida a la que se representa en la tabla; y por ultimo la «Predicación de San Vicente Ferrer», se esboza un Jesucristo de factura muy similar al representado en esta Coronación.
En el Convento de San Esteban se encuentra, en el arco de la capilla de la Virgen, un fresco cuyo composición es idéntica salvando las diferencias del formato del soporte, exigiendo éste una composición más angosta que en la tabla que requiere mayor verticalidad. Recordemos que es aquí, en este mismo convento, donde Joaquín de Churriguera muy probablemente, ayuda a la realización del retablo mayor a su hermano José Benito.
Juan Sánchez, firma bajo la rúbrica de Churriguera t en la misma pieza y lugar, con las palabras «… y pinto (o pinte) con…», se deduce que el policromador y el pintor de la decoración floral de las hornacinas, esta última posibilidad es apuntada por Dña. Emilia Montaner López.
Es muy poco lo que se sabe de este autor, ingresa en el taller de pedro de Aguilar en febrero de 1664, y sería igualmente pintor.
DONACIÓN
Esta obra pertenece a la Iglesia, cuyo financiador, según contrato, fue «Don Francisco de Gandanillas, presbítero Arcipreste de la Villa de Salvatierra del Tormes y beneficiado del lugar de Fuenterroble de Salvatierra de su jurisdicción».
En la donación se puede englobar a la anteriormente citada Ana Pérez, ya que es la probabilidad más verosímil.
Dada la imposible localización del Libro de Fábrica correspondiente a estas fechas, se desconoce la existencia de otros donantes.