CONSIDERACIONES SOBRE LA COMARCA DE SALVATIERRA Y SU TOPONIMIA
Conferencia dictada en el marco de las actividades de la 1 SEMANA CULTURAL del Instituto de Bachillerato de Guijuelo, 1987
I
De la comarca de Salvatierra, de gran interés histórico, no tenemos noticias hasta los primeros años del siglo XIII. Sin embargo, es muy probable que en ella hubiera ya algunos asentamientos humanos, incluso varios puntos fortificados, en la segunda mitad del siglo XII, en los reinados de los reyes leoneses Fernando II y Alfonso IX.
Ahora bien, Salvatierra, como zona fronteriza de gran importancia estratégica se organiza y repuebla definitivamente bajo Alfonso IX. Sabemos documentalmente que Alfonso IX, entre 1188 y 1230 repuebla y fortifica gran parte de la Sierra de Francia, y las tierras comprendidas entre el Alto Valle del Tormes y el Alto Valle del Alagón, y, concretamente, aparte de otras varias, las localidades de Miranda del Castañar, Herguijuela de la Sierra, Monleón, Monreal, Salvaleón (hoy Montemayor del Río) y lo que luego sería la villa de Salvatierra[1].
La repoblación de la localidad de Salvatierra es de carácter real, pues es el mismo Rey quien la dispone y ordena el año 1215[2], y en 1217[3] la repoblación estaba ya terminada.
Sin embargo, y como dijimos más arriba, es probable que antes de la definitiva repoblación, y la fortificación, de Salvatierra, ordenadas por Alfonso IX, en la comarca, incluso en la propia localidad de Salvatierra, hubiera ya gentes asentadas en forma más o menos precaria, pues según una noticia que aparece en el Bulario de Alcántara, en el año 1203, la reina doña Berenguela, esposa del rey Alfonso IX, como es bien sabido, había dado unas casas en Salamanca a la «Orden de Salvatierra»[4]. Orden desconocida que, si no se puede identificar con la Orden de Alcántara (por ejemplo, con una Encomienda de dicha Orden), cosa la más probable, en mi opinión, resultaría ser una Orden militar más, pronto desaparecida.
En todo caso, fuere la Orden que fuere, tenía que estar en la comarca y la villa de Salvatierra, por lo cual hemos de pensar que no obstante lo afirmado por el Tudense y por Sánchez Albornoz, Salvatierra debió de ser repoblada, o por lo menos fortificada (su importancia estratégica era extraordinaria), antes del año 1203, quizá inmediatamente después del establecimiento de la frontera entre León y Castilla en 1157 (a la muerte de Alfonso VII), frontera que discurría inmediatamente al este y al sur de Salvatierra, entre Salvatierra y los términos actuales de Cespedosa de Tormes y Guijo de Ávila, pertenecientes ya al reino de Castilla.
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La comarca de Salvatierra es de una importancia estratégica extraordinaria pues se halla en una situación privilegiada, por lo que no es extraño que esa zona fuera considerada por los reyes y sus caudillos militares como una «Salvatierra», es decir, una zona inmediatamente al lado de la frontera, que conviene poblar y fortificar para defender con garantías la línea fronteriza, para lo que se admite a toda clase de gentes que quieran venir a establecerse allí, incluso a criminales, garantizando su inmunidad, y quedando bajo la protección real[5].
Esta institución de las «Salvatierras» era frecuente en la España cristiana, y también en el Mediodía de Francia, donde reciben el nombre de «Sauveterre». En nuestra Península quedan de estas «tierras de asilo» varios restos toponímicos, y todos ellos se hallan en zonas que antiguamente fueron zonas fronterizas entre cristianos y musulmanes o entre los diferentes Estados cristianos (recordemos los casos de Salvatierra de Miño, entre Galicia y Portugal, de Salvatierra de los Barros, entre León y Castilla, de nuestra Salvatierra, en la frontera, primero entre cristianos y musulmanes, y después entre Castilla y León —los alfoces, limítrofes con Salvatierra, de Ávila y Béjar pertenecían al reino de Castilla—, de Salvatierra de Álava, entre Castilla y Navarra, de Salvatierra de Esca, entre Navarra y Aragón…).
Se explica perfectamente que en lo que luego sería la villa de Salvatierra, cabeza del concejo del mismo nombre, se erigiera una importante fortificación, que vigilara la que los castellanos habían levantado muy cerca, y también en la orilla izquierda del Tormes, la fortaleza de El Guijo, que, según el medievalista A. Barrios, era lo que en las crónicas aparece como «castillo de Alpalio», castillo que tanta importancia tuvo en las guerras entre Castilla y León desde la muerte de Alfonso VII hasta la unión definitiva de ambos reinos bajo San Fernando.
La fortificación levantada en Salvatierra sería el núcleo de un poblado, convertido luego en villa, y más tarde en cabeza de un concejo importante que prosperó mucho hasta ponerse a la altura de los concejos leoneses de Zamora, Toro, Salamanca, Alba y Monleón, con los cuales participará en ataques a la Tierra de Ávila, tierra castellana como sabemos[6].
Hay una enemiga constante entre los concejos de Salvatierra y Ávila. En un documento de 1303 los vecinos de Salvatierra se dirigen al Rey en demanda de apoyo, y en el documento se lee: «Los vecinos de Salvatierra no pueden labrar ni criar sus ganados ni osan andar seguros pasada de la su puente contra el término de Ávila, que les prenden y les toman todo cuanto les fallan y que por esta razón se pierden y menoscaban muchas de sus faciendas»[7].
A partir del siglo XIV la villa de Salvatierra y su término, es decir su alfoz, se convierte en señorío de infantes reales o hijos de infantes.
El Catastro de la Ensenada recoge un fallo de 1406 en el que se condena a varios usurpadores que pretendían declararse «señores» de los lugares de Gallegos y La Dueña sin tener en cuenta que «son aldeas y término de tierra de la dicha villa de Salvatierra y de su jurisdicción e por ende que fueron y son de la dicha señora infanta cuya es la dicha villa de Salvatierra con todos sus términos y jurisdicciones y tierras de ellas y de cada una de ellas»[8].
Esta «señora infanta» podría ser doña Catalina de Castilla, hija de Enrique III y de Catalina de Lancaster, casada con uno de los turbulentos Infantes de Aragón que tanto lucharon en las guerras civiles castellanas de la época de Juan II, sobre todo en contra de don Álvaro de Luna[9].
Después de ser señorío de infantes reales la villa y tierra de Salvatierra se convierte en señorío de la alta nobleza creada por los Trastámara, y el señorío se llegó a constituir en un condado perteneciente primero a los Condes de Carrión, y luego, a partir de 1429, a la Casa de Alba, en cuyas manos ha permanecido Salvatierra hasta la desaparición del régimen señorial[10], y donde todavía hoy conserva, o conservaba, propiedades importantes, como Castillejo de Salva tierra, hoy con un nuevo caserío construido por el Instituto Nacional de Colonización, y Monasterio.
Durante el siglo XVIII, con los Borbones hay una importante reorganización administrativa, apareciendo provincias, corregimientos y partidos, aunque los llamados «partidos» solían continuar los antiguos concejos, alfoces o tierras.
Así, uno de los partidos que forman parte del Corregimiento de Salamanca era, precisamente el partido de Salvatierra, junto con los de Salamanca, Ledesma, Miranda del Castañar, Montemayor, Béjar, Alba de Tormes, El Mirón y Piedrahíta (de los antiguos concejos sólo no fue convertido en partido el antiguo concejo de Monleón, integrado en el partido de Salamanca, cuarto de Peña del Rey)[11].
En 1833, con la nueva división territorial en provincias y partidos judiciales hecha por Javier de Burgos, Salvatierra pierde su personalidad administrativa y es incluida en el partido judicial de Alba de Tormes[12].
El concejo de Salvatierra, primero, y luego durante el siglo XVIII el partido de Salvatierra, comprendía tres partes, llamadas antiguamente sexmos, y más tarde, por lo menos a partir del siglo XVIII, cuartos: el sexmo o cuarto de Abajo, el sexmo o cuarto de Arriba y el sexmo o cuarto de La Villa y sus arrabales[13] 13.
El cuarto o sexmo de Abajo incluía los términos de los siguientes lugares: Pedrosillo de los Aires, Navarredonda de Salvatierra, Berrocal de Salvatierra, Palacios de Salvatierra, Montejo de Salvatierra y Pizarral de Salvatierra[14].
El cuarto o sexmo de Arriba comprendía los términos de los lugares de Casafranca, Fuenterroble de Salvatierra, Campillo de Salvatierra, Cabezuela de Salvatierra y Guijuelo[15].
El cuarto o sexmo de La Villa y sus arrabales abarcaba el término de la propia villa de Salvatierra y los términos limítrofes de Aldeavieja de Tormes y La Tala, este último extendido, en toda su integridad, por la orilla derecha del Tormes[16].
En total, como vemos tanto en el Catastro de Ensenada como en el mapa de don Tomás López y en el estudio de M. Dolores Mareos, durante el Antiguo Régimen el partido de Salvatierra constaba de una villa y de trece lugares, con sus términos respectivos[17].
Además, en el partido de Salvatierra había, según el Catastro de Ensenada, nueve despoblados y varias alquerías[18].
Según M. Dolores Mateos, que hace referencia a la situación de un cuarto de siglo después, y se basa, entre otras fuentes, en el mapa de don Tomás López, había seis despoblados y tres alquerías[19].
Ahora bien, J. Sánchez Ruano decía, en 1870, y refiriéndose a tiempos antiguos, que Salvatierra, villa de Corregidor, «ejercía jurisdicción sobre más de veinte pueblos inmediatos»[20]. Evidentemente, la diferencia entre los trece lugares de que se habla en el Catastro de Ensenada y en la obra de M. Dolores Mareos, y los «más de veinte» a que alude Sánchez Ruano se explica por la conversión en despoblados de muchos de los antiguos lugares de Salvatierra, despoblados que hoy son dehesas, es decir, los nueve que como tales despoblados aparecen tanto en el Catastro de Ensenadas como en M. Dolores Mareos, a saber: El Villar de Salvatierra, Herreros de Salvatierra , La Dueña, Castillejo de Salvatierra, Amaros de Salvatierra, La Saocera, La Alameda, El Monasterio (todos éstos en el sexmo o cuarto de Arriba).
Las cinco alquerías de Salvatierra de que habla el Catastro de Ensenada eran El Medrano, Villarejo, Anguas y los dos Horcajuelos[21].
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Una reliquia muy importante de la antigua jurisdicción independiente de Salvatierra y su alfoz es la existencia de la llamada «Mancomunidad de Salvatierra de Tormes», que engloba los catorce municipios que formaban el antiguo partido.
El origen de esta institución es difícil de encontrar en documentos. Hasta ahora no se ha encontrado ninguno, a pesar de la búsqueda hecha en el Archivo de Simancas y en el Archivo de la Casa de Alba.
Sin embargo, la Mancomunidad existe, y funciona, o funcionaba hasta hace poco tiempo, no obstante la carencia de ordenación escrita, pues no hay ni estatutos ni ordenanzas ni concordias ni reglamento, basándose todo en la tradición y la costumbre.
La existencia de esta Mancomunidad no tiene nada de extraño, puesto que todos los alfoces medievales tenían sus terrenos de aprovechamiento común, y conocemos muy bien los de la Tierra de Salamanca y los de la Tierra de Ciudad Rodrigo, como conocemos también los terrenos de aprovechamiento común del Reino de Navarra, que todavía existen, y a los que pueden ir a pastar los rebaños de cualquier vecino de lo que hasta hace poco fue provincia de Navarra, y hoy es la Comunidad Autónoma de Navarra (estos terrenos son la Sierra de Urbasa, en el norte, y Las Bardenas Reales, en el sur).
La Mancomunidad de Salvatierra de Tormes está dividid a hoy en tres sexmos, recuerdo de la antigua organización de la Tierra y Concejo de Salvatierra en los sexmos o cuartos de Arriba, de Abajo y de La Villa y sus arrabales.
Los ingresos de la Mancomunidad se reparten por igual entre los tres sexmos, uno de los cuales, La Villa y sus arrabales, está formado sólo por tres municipios, los municipios de Salvatierra de Tormes, Aldeavieja de Tormes y La Tala, lo cual ha dado lugar, históricamente, a muchas disputas y pleitos promovidos por el recelo de los municipios de los otros dos sexmos, es decir, de los municipios del sexmo o cuarto de Arriba, que son cinco (Casafranca, Fuenterroble de Salvatierra, Campillo de Salvatierra, Cabezuela de Salvatierra y Guijuelo) y de los municipios del sexmo o cuarto de Abajo, que son seis (Pedrosillo de los Aires, Navarredonda de Salvatierra, Berrocal de Salvatierra, Montejo de Salvatierra y Pizarral de Salvatierra). Estos dos últimos sexmos, con mayor número de municipios que el sexmo de La Villa y sus arrabales, han deseado siempre un reparto más equitativo.
En un principio eran propiedad de la Mancomunidad los amplios terrenos conocidos por «Baldíos de la villa y tierra de Salvatierra», repartidos por los términos de varios de los antiguos lugares que formaban parte del concejo y partido de Salvatierra. Pero desde 1860, a consecuencia de la reforma administrativa y de la desamortización, que como es bien sabido afectó, desgraciadamente, a gran parte de los terrenos comunales, sólo quedó como propiedad de la Mancomunidad la llamada «Sierra de Tonda» —declarada posteriormente monte de utilidad pública—. Por cierto que el resto de los bienes de la Mancomunidad, los que fueron amortizados, se vendió para financiar el ferrocarril de Medina del Campo a Salamanca, inaugurado en 1877. Entre estos bienes se encontraban las propiedades comunales de El Villar de Salvatierra y El Monasterio[22].
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Sobre las características geográficas, edafológicas, económicas, etc., de la comarca de Salvatierra poco puedo decir.
Sólo recordaré la situación estratégica privilegiada de la comarca de Salvatierra, a caballo entre la cuenca del Duero y la cuenca del Tajo, concretamente entre la cuenca del Tormes y la cuenca del Alagón, también su naturaleza de tierra fronteriza entre cristianos y musulmanes, en un principio, más tarde entre el Reino de León y el Reino de Castilla, y la importancia del hecho de atravesarla, de norte a sur, por su franja más occidental, la Calzada de la Plata, la antigua Vía Lata o Iter ab Emerita Asturicam de los romanos, la Calzada de Quinea de los cronistas medievales, vía recorrida infinitas veces por los ejércitos cristianos y los ejércitos musulmanes, en las dos direcciones, desde el siglo VIII hasta el siglo XIII, y una de cuyas «mansiones» en la época hispanorromana, y quizás también en las épocas visigótica y sueva, era la mansión SENTICE, localizada por Roldán Hervás en un paraje de la finca llamada actualmente La Dueña de Abajo, en el término municipal de Pedrosillo de los Aires, mansión cuyas ruinas han podido ser identificadas, principalmente gracias a la fotografía aérea[23].
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Por lo que hace a la vegetación arbórea en la comarca de Salvatierra hay encinas y robles, dominando el roble en parte del extremo septentrional y en el extremo sur, y la encina en el resto de la comarca, aunque si prescindimos de las dehesas de la franja norte, casi todas ellas pertenecientes al término de Pedrosillo de los Aires, el monte de encina sea más bien escaso y ralo.
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Respecto a la constitución geológica y edafológica de la comarca de Salvatierra, domina la pizarra, de distintos tipos, hay algunas afloraciones de cuarzo, y también rocas calizas en el suroeste de la comarca, en la zona entre Casafranca, Fuenterroble y Monreal, ya en el mismo límite de Salvatierra con el antiguo concejo de Monleón, rocas calizas que incluso aparecen en forma de mármol, según parece un mármol de excelente calidad.
Los suelos de la comarca, constituidos por tierras pardas, son de profundidad escasa, y están sometidos a intensa sequía estival que los hace polvorientos y muy expuestos a la erosión, sobre todo en las partes desnudas de vegetación arbórea, que son muy numerosas.
Durante los períodos de lluvias y de tormentas que ocasionan precipitaciones torrenciales la delgada capa de tierra es arrastrada fácilmente, aflorando la pizarra, el cuarzo o las rocas cuarcíticas, que en la mayor parte de la comarca, si exceptuamos los valles y hondonadas rellenos con material sedimentario, se hallan prácticamente a flor de tierra. Los suelos son porosos, drenan bien y se orean con relativa rapidez a consecuencia de su poca profundidad[24].
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Por otra parte, el clima es típicamente continental, muy extremado, con mucho calor en la época estival y mucho frío en invierno, incluso en parte de la primavera y del otoño. Respecto a las precipitaciones, en la mayor parte de la comarca son poco abundantes, con medias de unos seiscientos litros anuales por metro cuadrado.
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Las circunstancias geográficas, botánicas, geológicas, edafológicas y climáticas, unidas al hecho de que en la mayor parte de su extensión la comarca de Salvatierra es una verdadera altiplanicie levemente cóncava que oscila entre los 900 y los 1.100 metros de altitud (si prescindimos de las orillas del Tormes y del curso inferior del río Alhándiga), altiplanicie suavemente ondulada y en general con poca vegetación arbórea (si exceptuamos el extremo norte, y la Sierra de Tonda en el borde meridional) hacen que el aspecto de la mayor parte de la comarca presente un aspecto estepario o semiestepario, principalmente durante la sequía estival y de la primera parte del otoño, aspecto que a muchos cazadores salmantinos, conocedores a fondo de la comarca que han pateado a lo largo de muchos años para satisfacer su afición cinegética, les ha inducido a hablar de los «páramos» y de las «parameras» de Salvatierra, donde tantas veces lograron, incluso hasta la década de los sesenta, abatir alcaravanes, ortegas, gangas, sisones y hasta avutardas, aves, todas ellas, típicas de las zonas esteparias o semiesteparias.
Del aspecto económico nada voy a decir, hablando, como estoy hablando, en Guijuelo, centro de la principal, por no decir la única, actividad económica de la comarca, la actividad chacinera, alrededor de la cual gira hoy todo en Guijuelo y en los pueblos de su entorno.
Sólo quiero recordar algo muy sabido: esta actividad económica, actividad relativamente reciente, es una consecuencia, principalmente, de la suerte que tuvo Guijuelo, y toda la comarca, con la construcción, en los últimos años de la década de los ochenta, y primeros de la década de los noventa del siglo pasado, del ferrocarril de la llamada línea transversal, de Astorga a Palazuelo de Plasencia, con estación en Guijuelo. De entonces arranca el progreso y la prosperidad económica de Guijuelo, al mismo tiempo que comenzaba la decadencia, irresistible decadencia, de la industria chacinera de Candelario, antiguamente la más prestigiosa de toda España.
II
Hablemos ahora de la toponimia de la comarca, quizá de lo único que debería haber hablado porque es de lo único que puedo tratar con cierta autoridad. Pero mi íntima y confesada vocación geográfico-histórica me traiciona y vence siempre, y me hace hablar de aquello que no debiera.
Estudiaré la toponimia mayor, y al final haré algunas consideraciones sobre la toponimia menor, seleccionando algunos de los microtopónimos que presentan mayor interés, por unas u otras razones, entre los infinitos topónimos menores de la comarca.
Analizaremos como topónimos mayores todos los actualmente existentes en la comarca según la fuente oficial de mayor solvencia que es la publicación del Instituto Oficial de Estadística, Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población. Provincia de Salamanca, basado en el censo de la población de España que se hace todos los años finales de cada década[25]. Considero como topónimos mayores los referentes a todos los núcleos de población cabeza de municipio, a todos los anejos de todos y cada uno de los municipios, incluyendo las alquerías y dehesas con edificaciones para vivienda tanto si están habitadas constantemente como si sólo lo están de manera temporal.
También incluyo entre los topónimos mayores los nombres de las alquerías citadas en el Catastro de Ensenada, asimismo los nombres de las dehesas y de las fincas con vivienda cuya existencia actual me consta aunque no aparezcan en los últimos repertorios toponímicos de la provincia publicados por el Instituto Nacional de Estadística, y los hidrónimos y orónimos mayores de la comarca, que por cierto son muy pocos.
Los topónimos mayores de la comarca que aparecen en el Nomenclátor provincial son, ordenados alfabéticamente, los siguientes: Las Alamedas, Aldeanueva de Campo Mojado, Aldeavieja de Tormes, Amatos de Salvatierra, Berrocal de Salvatierra, Cabezuela de Salvatierra, Campillo de Salvatierra, Casafranca, Castillejo de Salvatierra, Las Cuestas, Las Dehesillas, La Dueña de Abajo, La Dueña de Arriba, Fuenterroble de Salvatierra, Guijuelo, Herreros de Salvatierra, Montejo de Salvatierra, Navarredonda de Salvatierra, Palacios de Salvatierra, Pedrosillo de los Aires, Pizarral de Salvatierra, Los Recios, Salvatierra de Tormes, La Tala, Torozos, Valdejerruz, Vega de Amatos, El Villar de Salvatierra.
Hablaremos en primer lugar de Salvatierra de Tormes, topónimo que da nombre a toda la comarca, y luego seguiremos un estricto orden alfabético.
Del origen de la primera parte del topónimo compuesto, de Salvatierra, ya hemos tratado cumplidamente al principio de esta conferencia. También hemos hecho referencia a las vicisitudes históricas. Por ello, y para no ser reiterativos, ahora sólo parece oportuno añadir a lo ya sabido que en los primeros documentos en que se cita este topónimo, que van desde 1214 a 1243, el nombre aparece como Salvaterra; a partir de un documento de 1350 encontramos la forma Salvatierra; en 1629, Salvatierra del Duque; y de 1845 en adelante, Salvatierra de Tormes.
De la segunda parte del topónimo, de Tormes, trataremos más adelante, cuando estudiemos los hidrónimos.
Las Alamedas: es el nombre de una finca perteneciente al término municipal de Montejo. El primitivo significado, y el referente, de este topónimo son obvios. Seguramente se trata del despoblado que en el Catastro de Ensenada aparece en la forma La Alameda, y que según vemos en el mapa de don Tomás López se hallaba situado en el cuarto de Abajo, cerca del río Alhándiga, entre Berrocal y Montejo. A pesar del Nomenclátor parece ser que actualmente, lo mismo que en el siglo XVIII, todo el mundo llama a esta finca La Alameda.
Aldeanueva de Campo Mojado: es el nombre de una dehesa perteneciente al término municipal de Casafranca, situada ya en el valle del río Alagón, y que tanto desde el punto de vista geográfico como desde la perspectiva etnográfica no pertenece a la comarca de Salvatierra sino a la del Alto Alagón, y, por lo tanto al Campo de Salamanca, como ocurre con otros lugares vinculados histórica y administrativamente a Salvatierra[26].
La significación del topónimo es obvia: se trata de una aldea de nueva creación, en un lugar donde no existían reliquias de antiguo poblamiento, y en una zona, como es toda la cuenca alta del Alagón, muy fresca y abundante en aguas tanto superficiales como subálveas.
La cita más antigua que he encontrado de esta dehesa data de 1405, y aparece en la forma Aldeanueva de Campo Moiado.
Aldeavieja de Tormes: es el nombre de un lugar, cabeza de municipio, situado entre Salvatierra y Guijuelo, muy cerca del río. El primitivo significado del topónimo es obvio, como los dos anteriores, y además el nombre responde a lo que sabemos arqueológicamente, ya que existen abundantes vestigios prehistóricos en el término de este pueblo, desde dólmenes hasta pizarras visigóticas. Con toda seguridad los repobladores se encontraron con las ruinas de un poblado anterior, de la época hispano-visigótica, que habría continuado los antiguos poblados prerromano y tardorromano.
La documentación más antigua data del año 1629, y aparece en la forma Aldeavieja. En el Catastro de Ensenada, Aldeavieja de Tormes, y lo mismo en documentos y mapas posteriores, hasta nuestros días.
Amatos de Salvatierra. Da nombre a una dehesa perteneciente al término municipal de Pedrosillo de los Aires, dehesa que como todas las de este ayuntamiento, y como la misma cabeza de municipio, geográfica y etnográficamente no tiene nada que ver con la comarca de Salvatierra, y forma parte, por el contrario, del Campo de Salamanca[27].
Amatos es lingüísticamente nombre céltico: procede de Ambatus, latinización del antropónimo y apelativo céltico, muy frecuente en el celta de las Galias, AMBACTOS, que primitivamente significaba «servidor», y también «enviado, representante». Aparece con frecuencia en las inscripciones latinas de Salamanca, usado como antropónimo (vid. J. Maluquer de Motes, Carta arqueológica de España. Salamanca, Salamanca, Diputación Provincial, 1956), y podría remontarse al período del Bajo Imperio. AMBACTOS, convertido en Amatos, podría haberse utilizado en la época tardorromana para dar nombre a una explotación agraria propiedad de un Amatos, y desde luego es muy sintomático que en la provincia de Salamanca haya tres lugares llamados Amatos: además del que estamos estudiando, Amatos del Río (entre Calvarrasa de Abajo y el Tormes) y Amatos de Alba, o Amatos de Arapil (inmediatamente al norte de Alba de Tormes). Pienso en la probabilidad de que Amatos proceda directamente de la época tardorromana, aunque no se puede descartar la opinión de Sánchez A1bornoz[28] que piensa se trata, más bien, de un nombre personal puesto por los repobladores medievales, cosa no imposible pero poco probable porque en la época de la repoblación el antropónimo Amatos se halla muy escasamente representado, y, además, es significativo que Amatos sea una forma toponímica prácticamente exclusiva de la provincia de Salamanca.
En un documento de 1404 aparece el topónimo como Amatos; en el Catastro de Ensenada (1754) aparece ya como Amatos de Salvatierra, forma que se repite hasta nuestros días.
Berrocal de Salvatierra: nombre de un lugar, cabeza de municipio, perteneciente al sexmo o cuarto de Abajo. El topónimo Berrocal es la habilitación como nombre de lugar del apelativo berrocal, nombre común abundancial hecho sobre berrueco/barrueco «peña granítica»; berrocal significa por lo tanto, en principio «peñascal granítico», pero en la provincia de Salamanca, lo mismo que en otras áreas del dominio de la lengua española, berrocal no sólo se aplica al peñascal granítico sino también al peñascal de cuarzo y al peñascal de pizarra; y esto último es precisamente lo que conviene al Berrocal que estudiamos ahora pues en el término del pueblo denominado Berrocal de Salvatierra la pizarra es el elemento dominante, aunque también hay roca de cuarzo con vetas de pizarra.
La primera documentación de que dispongo es de 1509 (Berrocal); a partir de 1629 encontramos siempre Berrocal de Salbatierra/Berrocal de Salvatierra.
Cabezuela de Salvatierra: es el nombre de un lugar, con municipio propio, perteneciente al sexmo o cuarto de Arriba, y que carece de anejos.
El topónimo Cabezuela es de carácter descriptivo, como el anterior, y está constituido por el apelativo, habilitado como topónimo, cabezuela, diminutivo de cabeza, orónimo muy frecuente en extensas áreas del dominio lingüístico español, y concretamente en Salamanca, donde, sobre todo en la mitad sur de la provincia alterna y compite con teso, orónimo salmantino (y leonés) por excelencia. Teso y cabeza/cabezo son prácticamente sinónimos, aunque quizá, en Salamanca cabeza/cabezo tengan como referente, en muchos casos, un cerro más prominente de lo normal y de forma más o menos redondeada, mientras teso se aplique normalmente a cerros más o menos llanos en la cumbre. El topónimo Cabezuela es, por lo tanto, transparente y de interpretación obvia, y conviene perfectamente al lugar en que se asienta el pueblo que lleva el nombre de Cabezuela de Salvatierra.
La primera documentación es del año 1629 (Cabezuela); en el Catastro de Ensenada, Cabezuela de Salvatierra; lo mismo en el Diccionario de Madoz (1845) y en los sucesivos repertorios.
Campillo de Salvatierra: nombre de un lugar con ayuntamiento propio hasta que se integró en el municipio de Guijuelo; últimamente ha vuelto a independizarse.
El topónimo Campillo presenta algunos problemas, pues el apelativo campo en esta comarca significa «terreno extenso, fuera del poblado, dedicado a labor o a pastos», en contraposición a sierra y monte. Pero campo se llamaba históricamente en la provincia a la división de un alfoz, y campillo a una división pequeña de un alfoz. Además, a veces campo se aplica a un terreno comunal de un concejo o de un sexmo. Cualquiera de estas interpretaciones es plausible, pero no me puedo decidir por ninguna. Puede ser, por lo tanto, un topónimo de carácter descriptivo o un topónimo de carácter histórico-administrativo. En todo caso se trata del apelativo romance campillo habilitado como topónimo.
En 1629, fecha de la primera documentación, aparece como Campillo; en el Catastro de Ensenada y en el Madoz, Campillo de Salvatierra.
Casafranca: es el nombre de un pueblo, cabeza de municipio, en el sexmo o cuarto de Arriba, limitando ya con el antiguo concejo de Monleón y con el cuarto de Peña de Rey, perteneciente a la Tierra de Salamanca.
El adjetivo franca que aparece en la segunda parte del topónimo puede hacer referencia a algún tipo de franquicia relacionado con el carácter fronterizo del término de Casafranca y con el hecho de que dicho término sea atravesado, de norte a sur, por la Calzada de la Plata, antiguamente uno de los caminos que conducían a Santiago.
La primera documentación, de 1405, nos ofrece Casa Franca. A partir de 1629, Casafranca.
Castillejo de Salvatierra: éste es el nombre de un anejo de Pedrosillo de los Aires, que, como todo este municipio, a pesar de su pertenencia histórica a Salvatierra, hay que considerarlo parte del Campo de Salamanca.
Castillejo de Salvatierra era una típica dehesa salmantina, perteneciente a la Casa de Alba; hoy se ha convertido en un nuevo pueblo construido por el Instituto Nacional de Colonización, con su terreno parcelado y repartido entre las familias asentadas allí.
Se trata del apelativo castillejo habilitado como topónimo. Ahora bien, según mi experiencia no se puede relacionar automáticamente castillejo con la existencia de una fortificación, ni tampoco considerar castillejo como un calco literal del árabe al-qulaya , diminutivo de al-qala/al qalat «el castillo»; porque con frecuencia castillejo hace referencia a una simple elevación del terreno, incluso a la existencia de un dolmen que, cubierto por la tierra, da la impresión de un mogote o de un castillete, como pasa con los tell del mundo arábigo.
En todo caso, y sin haber podido hacer un reconocimiento «de visu» del lugar donde está asentado Castillejo, no puedo decidirme por ninguna de las hipótesis presentadas, aunque me inclino por la existencia de una pequeña fortificación o de una torre de vigía (dada la importancia estratégica de la zona, a caballo entre el río Mendigos y el río Alhándiga, a mitad de camino entre las antiguas fortalezas de Torre Alhándiga y de Peña de Rey) o por la presencia de un dolmen más o menos enmascarado.
La primera documentación es de 1404 (Castellejo); en 1509, Castillejo de Salvatierra; y lo mismo desde entonces hasta nuestros días.
Las Cuestas: nombre de una finca perteneciente al municipio de Pedrosillo de los Aires; el caserío se halla a un kilómetro escaso de la cabeza del municipio. La finca de Las Cuestas se halla en la misma loma donde está asentado el pueblo de Pedrosillo, más arriba de la media ladera, a 950 metros sobre el nivel del mar; esta loma es una de las estribaciones del Sierro de Las Veguillas o de Peña Gudina, y a sus pies, por la vertiente norte, discurre el río Mendigos, límite septentrional, por esta parte, del antiguo Concejo de Salvatierra.
Es un topónimo típicamente descriptivo, que responde con toda fidelidad a la situación de la finca, y de su caserío, en las cuestas, bastante pendientes, que suben desde el cauce del Mendigos hasta la cumbre de la loma.
El topónimo no aparece en ningún documento medieval y sólo lo encontramos en los catastros más modernos y en las distintas ediciones del Nomenclátor provincial.
Las Dehesillas: nombre de una pequeña finca perteneciente al municipio de Berrocal de Salvatierra, en la zona de transición de la Salvatierra propiamente dicha al Campo de Salamanca. Su interpretación es obvia, y evidente el carácter descriptivo del topónimo, incluso en la forma diminutiva, puesto que se trata efectivamente, de una propiedad pequeña, procedente quizá de la desamortización, que antes pudo formar parte de los bienes comunales del concejo de Salvatierra.
No hay documentación histórica. Sólo aparece el topónimo en los distintos Nomenclátor.
La Dueña de Abajo, La Dueña de Arriba: nombres de lo que hoy son dos fincas distintas, producto de la partición de un antiguo término subastado cuando la desamortización. Ya vimos al principio que en 1406 no había más que una aldea llamada La Dueña, aldea convertida más tarde en un despoblado, despoblado que como tantos otros terminó convirtiéndose en una dehesa en la segunda mitad del XVIII.
El topónimo La Dueña no puede referirse a la Duquesa de Alba, como alguno ha supuesto, no puede referirse porque ya existía la aldea, con este nombre, en 1406, bastante antes de que Salvatierra pasara a la Casa de Alba. Por lo tanto, la aldea y el topónimo son anteriores a la concesión del Señorío de Salvatierra a la Casa de Alba, y el topónimo puede recordar a cualquiera de las primitivas Señoras de Salvatierra o a una propiedad eclesiástica, de monjas dominicas, por ejemplo.
La primera documentación es de 1404 (La Duenna). En 1629 es ya La Dueña, lo mismo que en 1789 (España dividida en provincias, de Floridablanca) y en 1845 (Madoz).
Recordemos que en la Dueña de Abajo se hallan las ruinas de la mansión SENTICE de la Vía Lata.
Fuenterroble de Salvatierra: nombre de un pueblo, cabeza de municipio, en el sexmo o cuarto de Arriba, en el extremo meridional del antiguo concejo de Salvatierra, ya en los límites con el alfoz castellano de Béjar.
El topónimo es descriptivo, y completamente transparente; responde muy bien a la realidad pues en esa zona de Salvatierra la vegetación arbórea está constituida casi exclusivamente por robles, que forman un espeso bosque en la vecina Sierra de Tonda.
La primera documentación es de 1405 (Huente Roble); en el Catastro de Ensenada, Fuenterroble de Salvatierra, y lo mismo en Madoz y en los repertorios posteriores.
Guijuelo: es el nombre del pueblo más importante hoy de la comarca, y lo es, como todo el mundo sabe, por su próspera industria chacinera. Pero no siempre ha sido así, ni mucho menos, y hasta finales del siglo pasado debió de tener muy poca importancia, aunque gran parte de sus vecinos se dedicaran con éxito a la arriería, recorriendo gran parte de la mitad occidental de España.
La documentación más antigua es de 1606 (Hijuelo de Salvatierra)[29]; en 1629 encontramos tres variantes: El Guijuelo, Guijuelo de Salvatierra, Guixuelo; en el Catastro de Ensenada, Guijuelo; en el mapa de don Tomás López, Guijuelo; en Madoz, dos variantes: Guijuelo, Grijuelo.
La cuestión etimológica es difícil, relacionada esta dificultad con la que existe para establecer la etimología del apelativo guijo, cuyo diminutivo, guijuelo, es apelativo habilitado como topónimo en el caso de que se trata.
De la etimología de guijo, guijuelo, grijo, grijuelo, etc., he tratado en otra ocasión[30] y no voy ahora a volver sobre ello; sólo diré que proceda del masculino de la voz romance derivada de AQUILEA «aguda», como quiere Corominas, o proceda de la raíz prerromana indoeuropea *ARG- «blanco, resplandeciente» como yo sostengo basándose en la existencia de agrija, Arguijo, Herguijuela, El Guijuelo, etc., evidentemente guijo y guijuelo son apelativos con vigencia hoy que apuntan a piedras, cantos, peñas y peñascales de distinta constitución mineralógica pero preferentemente a formaciones de cuarzo o de cuarcitas, formaciones relativamente frecuentes en Salvatierra, sobre todo en su franja meridional, e incluso en el extremo norte, como Pedrosillo de los Aires. En el extremo meridional y precisamente en las afueras de Guijuelo hay un pequeño dique de cuarzo que podría haber dado nombre al pueblo, aunque hay otra posible explicación, de carácter histórico, a la que me voy a referir.
Me parece muy probable que Guijuelo surgiera como un poblado dependiente de El Guijo, lugar situado a muy pocos Kms. y en un prominente dique de cuarzo, o que el pequeño núcleo de población primitivo fuera denominado Guijuelo por oposición a El Guijo, expresando con la forma diminutiva la menor importancia administrativa y demográfica de Guijuelo respecto a El Guijo, a El Guijo de Ávila, lugar que hasta la reforma administrativa de 1833 perteneció siempre a Ávila, y por lo tanto desde 1157 a 1230 al Reino de Castilla, no al Reino de León.
En el Guijo de Ávila parece ser que estuvo la famosa fortaleza medieval de Alpalio, de tanta importancia en las luchas entre Castilla y León, fortaleza castellana erigida frente a la fortaleza leonesa de Salvatierra, cuyas imponentes ruinas podemos contemplar hoy.
Si Guijuelo fue, en los primeros tiempos de la repoblación, dependiente de El Guijo, esto querría decir que en esa época ambos núcleos pertenecían al mismo alfoz o no estaban claramente asignados a ninguno de los primitivos alfoces, y que luego, a partir de la separación de Castilla y León, en 1157, El Guijo cayó a un lado de la frontera, y Guijuelo al otro.
Si Guijuelo no dependió nunca de El Guijo esto querría significar que había surgido después de la división territorial, momento en el que El Guijo para distinguirse del otro El Guijo o El Guijuelo pasaría a denominarse El Guijo de Ávila.
En todo caso a mí me parece que primero fue El Guijo y luego El Guijuelo, que la denominación Guijuelo (o El Guijuelo, como se ha dicho hasta hace muy poco) surge en relación con la denominación El Guijo que llevaba el pueblo antiguo y vecino, y todo esto independientemente de que Guijuelo dependiera o no dependiera administrativamente de El Guijo.
Por cierto que en Guijuelo hubo una mina de plomo, como nos cuenta Gil González de Ávila que después de hacer referencia a la mina de cristal de roca de Pedrosillo de los Aires, de la que más adelante hablaremos, nos dice: «Y a pocas leguas de esta mina se halla otra de plomo en Hijuelo de Salvatierra, que se labra, y se saca en abundancia»[31]. El Catastro de Ensenada ya no hace alusión a esta mina, pero en Guijuelo todavía hay personas que recuerdan que en su término hubo antiguamente minas de plomo.
Herreros de Salvatierra: es el nombre de una dehesa perteneciente al municipio de Pedrosillo de los Aires, situada en el llamado Sierro de Herreros, una de las estribaciones de Peña Gudina, en el límite septentrional de Salvatierra, como todo el término municipal de Pedrosillo.
El topónimo Herreros puede hacer referencia al oficio, cosa muy poco probable, y también puede deberse a las características del terreno, con minerales férricos o aguas de sabor ferruginoso. Para poder hablar con mayor conocimiento de causa habría que conocer la naturaleza mineralógica y edafológica del término de Herreros de Salvatierra, y también saber si coincidían con las de otra dehesa, unas dos leguas al oeste, en el mismo espinazo montañoso, la dehesa que lleva el nombre de Herreros de Peña de Cabra.
Ahora bien, no se puede descartar que Herreros sea un topónimo de repoblación, traído por colonizadores procedentes de los muchos lugares llamados Herreros existentes en las tierras burgalesas y sorianas, tierras de las que procedían tantos repobladores de las Extremaduras leonesa y castellana.
La documentación más antigua es de 1404 (Ferreros); en 1629, Herreros; en el Catastro de Ensenada y en Madoz, Herreros de Salvatierra, como en la actualidad.
Montejo de Salvatierra: nombre de un lugar, cabeza de municipio, perteneciente al sexmo o cuarto de Abajo, en el nordeste de Salvatierra, limitando con el Tormes y con el antiguo alfoz de Alba de Tormes.
Podría tratarse de un topónimo descriptivo, con el apelativo montejo «montículo» habilitado como nombre de lugar; pero conociendo las características topográficas del término y del propio asentamiento del núcleo de población no puede aceptarse esta hipótesis. Por eso creo que muy probablemente se trata también, como en el caso anterior, de un topónimo de repoblación. Pienso en gentes procedentes de los varios Montejos de Segovia, pero sobre todo de Montejo de la Vega, cabeza de un concejo importante en la Edad Media, de donde, por cierto, procedía la familia de Francisco de Montejo, el famoso conquistador y adelantado salmantino compañero de Hernán Cortés.
La primera documentación es de 1224 (Monteyo); en 1323, Monteio; en 1629, Montejo de Salvatierra; en el Catastro de Ensenada y en Madoz, Montejo.
Navarredonda de Salvatierra: nombre de un lugar, cabeza de municipio, en el noroeste de Salvatierra, en la vertiente del Sierro de Herreros orientada hacia el río Alagón, ya en contacto inmediato con el Campo de Salamanca.
Navarredonda es un topónimo transparente, que encuentra correspondencia exacta en otros topónimos de Salamanca y Ávila. El sintagma nominal nava redonda, habilitado como topónimo, significa lo mismo que en tierras salmantinas y zamoranas significa rodillo/rudillo, y en tierras de Sayago y Aliste significa reta/rieta/urrieta/rita, es decir «hondonada, donde confluyen varias navas o vallecillos, abundante en pastos frescos».
Sobre el apelativo nava «vallecillo» y el topónimo Nava se ha discutido mucho. He resumido esta polémica, y dado mi opinión en otras ocasiones[32], y ahora sólo recordaré que aunque los topónimos de tipo Nava son en la provincia de Salamanca bastante menos numerosos que en Ávila, sin embargo nava como apelativo tiene hoy en gran parte de Salamanca plena vigencia mientras que en Ávila, lo mismo que en Zamora y Cáceres, sólo se usa en zonas marginales, todas ellas en los confines de la provincia salmantina.
Parece ser, por lo menos lo ha afirmado A. Luis Zapatero Arenzana[33], que en Salvatierra nava no tiene hoy vigencia apelativa. Yo esto no me lo acabo de creer, y pienso que sí tendrá vigencia apelativa en toda o gran parte de la comarca de Salvatierra, como la tiene en todas las comarcas vecinas. De todas maneras, si no tiene vigencia hoy, o la tiene muy precaria, no cabe duda de que la ha tenido hasta hace poco, como parece indicarlo el hecho de la frecuencia de la familia toponímica Nava en los microtopónimos de Salvatierra: así, La Nava (en Aldeavieja, Montejo, Pedrosillo), Las Navas (en Berrocal, Cabezuela, Fuenterroble, Pedrosillo, Montejo), Los Navales (Palacios), El Navazo (Aldeavieja, Campillo, Fuenterroble, Guijuelo, Pizarral, Montejo) , Los Navazos (Salvatierra), La Naveta (Casafranca, Pedrosillo).
La primera documentación es de 1453 (Nauarredonda); en el Catastro de Ensenada y en Madoz, Navarredonda de Salvatierra. Por cierto que en el auto definitivo de la reorganización de la diócesis de Salamanca, en 1886, aparece como Navarredonda de Fuente Santa[34].
Palacios de Salvatierra: nombre de un lugar, cabeza de municipio, perteneciente al antiguo sexmo o cuarto de Abajo.
El topónimo Palacios no es tan transparente como pueda parecer en principio.
En otra ocasión he tratado de los topónimos salmantinos de tipo Palacio, Palacios, Palacinos, etc., y sostuve la tesis de que podrían ser calcos, traducciones literales, de los antiguos topónimos árabes al-qasr, al-qasrayn, al-qusayr[35]. Otros, principalmente el conocido romanista e hispanita alemán J. Piel, sostienen que se trata de la habilitación como topónimo del apelativo romance procedente del latín PALATIUM, que da palacio, paço, pazo, etc., en las hablas hispánicas.
En todo caso, procedan los topónimos de calcos hechos sobre nombres geográficos árabes o de la habilitación como nombres de lugar de los apelativos romances correspondientes, lo que está claro es que no se trataba de auténticos palacios, lo que sería inverosímil, sino de casas grandes de labranza que destacaban sobre la mayoría de las edificaciones rústicas medievales, pobrísimas, que ni siquiera tenían techumbre de tejas, y se tenían que contentar con paja y monte bajo en lugar de tejado.
La primera documentación es de 1509 (Palaçios); a partir de 1629, Palacios de Salvatierra.
Pedrosillo de los Aires: nombre de un lugar, cabeza de un amplio término municipal, en el sexmo o cuarto de Abajo, en el extremo norte de Salvatierra, limitando con el Campo de Salamanca, al que etnográficamente pertenece, y con el extremo occidental del alfoz de Alba de Tormes. El río Mendigos, a lo largo de la mayor parte de su curso alto, constituye el límite septentrional del término de Pedrosillo y del antiguo concejo de Salvatierra.
La primera parte del topónimo, Pedrosillo, podría referirse a la naturaleza pedregosa del terreno, cosa que responde a la realidad (cuarzo, cuarcitas y pizarra); pero el hecho de aparecer el topónimo en diminutivo, lo mismo que ocurre con otros muchos Pedrosillos de la provincia que dan nombre a lugares con escasez o ausencia de piedra, como en La Armuña, nos invita a rechazar esta hipótesis (si el topónimo fuera descriptivo aparecería en la forma Pedroso).
Por eso pienso, más bien, en un topónimo de repoblación, que recuerda la patria de origen de los colonizadores, procedentes de algunos de los muchos pueblos llamados Pedroso, incluso Pedrosillo, en la parte oriental de la Meseta Norte.
La segunda parte del topónimo, Aires, hace referencia muy probablemente a la situación del pueblo, en una ladera orientada al norte, a 960 metros de altitud, ya prácticamente en la cumbre de la loma que es la última estribación oriental del Sierro de Las Veguillas o de Peña Gudina, por lo que el pueblo se halla expuesto a todos los aires, sobre todo a los vientos del norte y del nordeste.
En la primera documentación de que dispongo aparece como Perosiello (1404); en 1629 encontramos ya Pedrosillo y Pedrosillo de Salvatierra. Debemos a Gil González de Ávila la curiosa noticia según la cual «hay en Perosillo de Salvatierra una mina de cristal, y los artífices que entienden desto dicen compite con el cristal que se labra en Milán»[36]. No es extraño, pues, que en el mapa de don Tomás López el pueblo se llame Pedrosillo de los Aires, o cristales. En Madoz aparece como Pedrosillo de los Aires (por cierto que Madoz nos vuelve a contar la historia de la mina de cristal de roca, y es verdaderamente sorprendente que hoy nadie tenga noticia de tal mina, ni haya restos de galerías, excavaciones, desmontes, escombreras; también lo es que no aparezca ninguna referencia al cristal de roca de Pedrosillo en el Catastro de Ensenada).
Pizarral de Salvatierra: nombre de un lugar, con ayuntamiento, perteneciente al sexmo o cuarto de Abajo.
Es un topónimo totalmente transparente, que responde fielmente a la realidad, el terreno pizarroso no sólo del lugar donde está asentado el caserío sino de prácticamente todo el término. Como en otros muchos casos se trata de un apelativo de carácter abundancial, pizarral, habilitado como topónimo.
La primera documentación es de 1629 (Piçarral); en el Catastro de Ensenada y en el mapa de don Tomás López, Pizarral; en los distintos Nomenclátor provinciales, Pizarral de Salvatierra.
Los Recios: es el nombre de una dehesa pequeña perteneciente al municipio de Berrocal de Salvatierra, limítrofe con Valdejerruz, ya en el término de Pedrosillo de los Aires.
No hay documentación antigua. Debe de ser una propiedad formada en la época de la desamortización, y el topónimo da la impresión de ser un antiguo topónimo menor.
Es un topónimo descriptivo que presenta perfecta adecuación con el referente pues es cierto que se trata de un terreno «recio», áspero, con arcilla y mucho cascajo.
La Tala: nombre del pueblo más oriental de Salvatierra, al otro lado del Tormes, ya en los confines de Ávila, uno de los tres municipios que forman parte del sexmo o cuarto de La Villa y sus arrabales.
La forma Tala puede proceder de la raíz prerromana, preindoeuropea mediterránea *tala, a la que pertenece, por cierto, el latín tellus/telluris «tierra, suelo, humus», aunque para los topónimos Tala- españoles se ha pensado en tala «núcleo de población», que formaría parte de topónimos como Talamanca, Talavera, Talaván, etc.
No puede, sin embargo, descartarse la relación del topónimo La Tala con los vocablos romances tala, talar, en cuyo caso, muy poco probable pienso yo, el topónimo recordaría una tala masiva de árboles, de encinas concretamente, en los momentos de las luchas entre castellanos y leoneses o a consecuencia de las necesidades de la repoblación.
La primera documentación, Tala, en 1629. En el Catastro de Ensenada, La Tala, y así hasta nuestros días.
Torozos: nombre de un caserío, centro de una pequeña propiedad, en el término de Pizarral, hoy prácticamente deshabitado.
Es topónimo de difícil interpretación. Podría tratarse de la evolución de trozos, con introducción o epéntesis de una o anaptíctica (>torozos); el apelativo trozos/torozos, de significación obvia, y muy abundante como apelativo referido a fincas o parcelas o tierras muy pequeñas, y como microtopónimo, se habría convertido en el primeramente topónimo menor, y luego topónimo mayor, Torozos.
Ahora bien, también podría tratarse de un topónimo de repoblación, pues sabemos que limitando por el sur la Tierra de Campos se hallan los Montes de Torozos, entre Palencia y Valladolid, de donde procederían los repobladores de esta zona de Salvatierra, que bautizan una parte del término de Pizarral con el nombre de su tierra de origen.
Este topónimo aparece sólo en el Catastro de Ensenada y en los Nomenclátor actuales.
Valdejerruz: es el nombre de una dehesa perteneciente al municipio de Pedrosillo de los Aires, ya en el límite con el término de Berrocal.
La primera parte del topónimo, Val, es transparente; la última parte del topónimo, la que sigue a la preposición de, es un antropónimo, quizá el nombre, o el apellido, de un repoblador: la forma Ferruz está atestiguada por don Ramón Menéndez Pidal[37] como nombre de pila, y el patronímico correspondiente aparece en las formas Ferruci (en San Millán de la Cogolla, año 988), Ferruz (en Arlanza, año 1173), Ferruzo (en San Millán, año 940), Ferruz (en Osma, años 1225, 1236)[38]. Con toda seguridad, el repoblador que da su nombre a esta dehesa era un castellano de la marca oriental, o un riojano, o un vascón, pues Ferruz, Ferruzo, etc., sólo aparecen en los cartularios de las comarcas de fuerte sustrato étnico vascuence.
Desde el punto de vista lingüístico es interesante la aspiración de la F- inicial, convertida luego en velar fricativa sorda, fenómeno de carácter rústico y arcaizante muy característico del llamado leonés oriental.
El topónimo no aparece en la documentación hasta el Catastro de Ensenada. No lo encontramos ni siquiera en el mapa de don Tomás López, posterior al Catastro de Ensenada. Lo que quiere decir que, lo mismo que Torozos y Los Recios, el topónimo Valdejerruz fue primitivamente un microtopónimo, y como tal topónimo menor no tiene que aparecer en el mapa, pero sí en el Catastro donde aparecen todas las propiedades, por pequeñas que sean, y todos los pagos y parajes.
Es probable que tanto la finca de Valdejerruz como las de Torozos y Los Recios fueran primitivamente terrenos de la Mancomunidad de Salvatierra, desamortizados o enajenados en el siglo XIX.
Vega de Amatos: nombre de una dehesa perteneciente al término municipal de Pedrosillo de los Aires, dehesa que hasta hace poco tiempo formaba parte de la dehesa de Amatos de Salvatierra. Es decir, se trata de una parte de Amatos, la parte baja, regada por el río, es decir la vega, parte segregada por partición o venta, de la dehesa original.
El topónimo es totalmente transparente pues su referente es la «vega de la finca de Amatos», «la parte baja, regada por el río, de la antigua dehesa de Amatos».
Hemos hablado al principio de los posibles orígenes del topónimo Amatos. Y por lo que respecta a Vega, la cosa no puede ser más fácil: es el apelativo vega «ribera, orilla del río», convertido en topónimo. Del origen de la palabra vega, sobre el que tanto se ha discutido, cosa bien sabida, no merece la pena hablar. En todo caso, sea de origen vasco, vascoibérico, latino o árabe (que hay opiniones para todos los gustos) desde hace más de diez siglos es palabra usada en las hablas peninsulares y por lo tanto una palabra romance, lo que quiere decir que como topónimo, Vega debe ser considerada topónimo romance y no topónimo prerromano o árabe (aunque el apelativo vega sea de origen prerromano o de origen árabe).
El topónimo sólo aparece en los Nomenclátor y en mapas modernos.
El Villar de Salvatierra: es el nombre de una dehesa perteneciente al municipio de Pedrosillo de los Aires, en el mismo límite septentrional de Salvatierra, en la raya del cuarto de Peña de Rey, del alfoz de Salamanca, y a orillas del río Mendigos.
La forma Villar, lo mismo que el apelativo en el que se basa, villar, plantea problemas desde el punto de vista histórico-cronológico, pues villar puede ser la evolución fonética «in situ» del latín VILLARE, o puede ser palabra traída por los repobladores del Norte, donde villar era un apelativo muy frecuente, sinónimo de aldea, y usado sobre todo en el noroeste de la Península, zona más resistente al influjo islámico y árabe.
Si Villar es un topónimo autóctono, no traído por repobladores, hará referencia a ruinas de un antiguo VILLARE tardorromano, es decir, del humilde caserío donde vivían los trabajadores o los siervos adscritos a una VILLA, a una explotación agraria importante[39].
Si Villar procede de la repoblación, viene con los repobladores, se tratará de la edificación de una pequeña aldea por gentes procedentes, principalmente, de Asturias, Galicia, León, Norte de Portugal[40].
En todo caso, Villar es un topónimo muy antiguo, inmediato a la repoblación, y referido a un muy pequeño núcleo de población, como pasa con la inmensa mayoría de los lugares llamados Villar[41]. Y es probable, aunque no seguro, que hubiera restos patentes del antiguo VILLARE de la época del Bajo Imperio.
La primera documentación, El Villar (1404); en 1629, Villar de Salvatierra. Hoy, en aquella comarca siempre se usa el topónimo precedido por el artículo, con apellido (El Villar de Salvatierra) o sin apellido (El Villar).
* * *
A continuación examinamos los topónimos referentes a antiguas alquerías o caseríos citados en el Catastro de Ensenada y en la obra de María Dolores Mateos, hoy desaparecidos, o despoblados, o que no aparecen en los Nomenclátor.
Anguas: es el nombre de una antigua alquería de la villa de Salvatierra, que yo he conocido todavía, hoy desaparecida bajo las aguas del embalse de Santa Teresa, en la orilla derecha del Tormes.
Puede ser un topónimo basado en la raíz prerromana indoeuropea *ANG «angostura, estrecho, desfiladero, etc.», la misma raíz que se halla en la base del latín ANGOR, ANGUSTIA, de alemán eng «estrecho», etc.; sería, en ese caso, un topónimo descriptivo que tendría como referente un barranco, una garganta, una profunda hondonada.
Ahora bien, se puede pensar, también, en un topónimo de repoblación traído a tierras salmantinas por gentes nativas u oriundas de la comarca de Yanguas (Soria), comarca siempre pródiga en emigrantes y arrieros, como los célebres yangüeses del Quijote.
En el mapa de don Tomás López aparece ya en la forma Anguas.
Horcajuelo: nombre de una antigua alquería del término de la villa de Salvatierra, también en la orilla derecha del Tormes, hoy topónimo menor que no aparece en el Nomenclátor pero sí en las hojas 1:50.000. Es un topónimo descriptivo basado en el apelativo horcajo «confluencia de dos arroyos», en forma diminutiva. Efectivamente, en el mapa de don Tomás López la alquería aparece entre dos pequeñas corrientes de agua que unidas van a dar al Tormes, frente a Salvatierra, y aparece en la forma Orcajuelo.
Monasterio: nombre de una finca del término municipal de Montejo de Salvatierra perteneciente a la Casa de Alba. Fue, como sabemos, un antiguo baldío, terreno comunal de La villa y tierra de Salvatierra, donde hubo un convento, hoy desaparecido. El topónimo es transparente, y no necesita de más explicaciones. En el sentido más lato del término puede ser considerado como un hagiotopónimo.
Aparece como Monasterio en el mapa de don Tomás López, y lo mismo en el Catastro de Ensenada.
El Medrana: nombre de una alquería del término de la villa de Salvatierra, también, como Anguas y Horcajuelo, al otro lado del río.
En el mapa de don Tomás López aparece en la forma Casas de Medrana, y en el Catastro de Ensenada se habla de «la tierra del vínculo de los Medranos» y del «mayorazgo de los Medranas»[42]. Debe tratarse de una familia noble de los siglos XVI o XVII, quizá a la misma familia salmantina de la famosa latinista doña Lucía de Medrana, familia seguramente vinculada a la Casa de Alba.
Hoy El Medrana debe de haberse convertido en un topónimo menor.
La Saocera: nombre de lo que ya en la época del Catastro de Ensenada era un despoblado. En el mapa de don Tomás López, treinta años después, aparece en el término de Pedrosillo de los Aires el topónimo menor Sauceda, en la vega del río Alhándiga, topónimo que hoy se habrá convertido en un microtopónimo, y no aparece en los Nomenclátor.
Tanta en la variante La Saocera como en la forma más estándar Sauceda se trata de un topónimo transparente cuyo referente es una sauceda o salceda (lo que en el habla provincial salmantina se llama saocera, abundancial de saoz «sauce»). La forma autóctona y auténtica, por lo tanto, es La Saocera.
Villarejo: nombre que llevaba una antigua alquería del término de la villa de Salvatierra, también en la orilla derecha del Tormes.
El topónimo aparece ya en un documento de 1302, en el que se establecen los límites entre los Concejos de Salvatierra y de Ávila. Encontramos Villarejo también en el Catastro de Ensenada, y en el mapa de don Tomás López con la misma forma y frente a Cespedosa.
La interpretación es obvia, conociendo, como conocemos la significación e historia del apelativo villar y del topónimo Villar. La aparición en forma diminutiva nos hace pensar en una aldehuela de muy poca importancia. Hoy quizá sea sólo un topónimo menor, pues no aparece en el Nomenclátor.
* * *
Veamos ahora los hidrónimos importantes que encontramos en Salvatierra, que son solamente tres: Tormes, Alhándiga y Mendigos.
Tormes es el nombre del gran río que naciendo en la Sierra de Gredos entrega sus aguas al Duero después de atravesar parte de la provincia de Ávila y gran parte de Salamanca y de Zamora, formando el límite entre estas dos provincias a lo largo de cerca de cincuenta kms.
Tormes es un hidrónimo muy antiguo, seguramente prerromano preindoeuropeo, que encuentra correspondencias en otros ríos de Hispania y de Europa occidental (Yeltes, Camaces, Erjes, incluso Támesis —Thames—; es probable que es signifique en las lenguas paleoeuropeas de que habla Krahe, «corriente de agua»).
La primera documentación la encontramos en la Crónica de Sampiro, donde al tratar de la incursión colonizadora de Ramino II de León en tierras de Salamanca se dice que Ramiro «Azeipham, id est exercitus, ad ripam Turmi ire disposuit»[43]. Después, incluso en documentos y crónicas escritos en latín, Tormes.
Alhándiga es el nombre de un río que nace cerca del pico de Monreal, al extremo suroeste de Salvatierra, y después de atravesar la comarca de suroeste a noroeste pasa a la Tierra de Alba y desemboca en el Tormes a la altura de Fresno-Alhándiga.
El río es como la columna vertebral de Salvatierra, y hasta hace poco abundantísimo en cangrejos.
El hidrónimo es un apelativo árabe precedido del artículo, al-jandiqa, que significa «hondonada, barranco, valle». Efectivamente, en el último tramo de su recorrido, ya en Tierra de Alba, el río Alhándiga discurre por un amplio y profundo valle, lleno hoy de alamedas.
Según la tradición, en este valle se libró la batalla de Alhandega, en la cual Ramiro II derrotó por segunda vez a los musulmanes, después de haberlos vencido en Simancas, aunque las últimas investigaciones de los medievalistas y arabistas niegan que se diera esta batalla.
Desde luego, Ramiro II llegó a estas tierras del Alhándiga, pues no sólo repobló y fortificó la línea del Tormes (Ledesma, Baños, Salamanca, Ribas) sino el curso inferior del Alhándiga (Torre-Alhándiga, fortificación de la que no hay recuerdo) y el nacimiento del Alagón (Penna en la Crónica, después Peña de Rey, entre Membribe y Frades)[44].
Mendigos: es el nombre de un riachuelo que nace cerca de Peña Gudina en la vertiente norte del Sierro de Las Veguillas, y después de constituir en parte de su recorrido el límite septentrional de Salvatierra pasa a la Tierra de Alba y unido al Alhándiga entrega sus aguas al Tormes.
El hidrónimo es probablemente de origen prerromano, relacionado con el nombre antiguo de la eminencia orográfica donde nace, es decir, de Peña Gudina. Inevitablemente nos ataca la tentación de relacionar el hidrónimo Mendigos con el apelativo plural mendigos «pordioseros», pero hay que desecharla de plano, como hay que rechazar asimismo la relación de Mendigos con vasco mendi «monte» y con su derivado, el apelativo mendico (y el topónimo Mendiko)[45].
* * *
Es el momento de tratar de los orónimos más o menos importantes de Salvatierra, que son solamente dos, prescindiendo, naturalmente, de los orónimos menores, locales, que son infinitos.
En el extremo suroeste de Salvatierra, en el mismo límite entre Fuenterroble, Casafranca y Monleón, se halla el pico llamado Monreal, eminencia cónica con bastante monte donde estuvo una famosa fortaleza que con las de El Carpío, Salvatierra, Monteleón (hoy Monleón) y Salvaleón (hoy Montemayor del Río) defendía la frontera leonesa, frente a Castilla.
En los primeros documentos aparece Monterreal; desde el XV es Monreal, hoy solamente un pico cónico en cuyas inmediaciones se hallan unas famosas canteras de mármol, mármol de excelente calidad que parece ser no puede explotarse como debiera por la escasez de buenas comunicaciones.
Al lado del pico de Monreal, como cerca del castillo de Montemayor, pasa la Calzada de la Plata. Esto aumentaba la importancia estratégica de ambas fortificaciones.
El significado de Monterreal (> Monreal) es obvio, y la importancia de la fortificación justifica sobradamente el nombre.
A lo largo del límite meridional de Salvatierra, separando los términos municipales de Fuenterroble, Campillo y Guijuelo, por una parte, de los municipios bejaranos de Puebla de San Medel, Valdelacasa, San Medel, por otra, se halla la llamada Sierra de Tonda, que también coincide con la divisoria entre el Duero y el Tajo, y concretamente entre el Alhándiga, afluente del Tormes, y el Sangusín que junto con el Cuerpo de Hombre va a dar al Alagón.
Tonda parece un orónimo prerromano preindoeuropeo, aunque su filiación concreta se nos escapa. La existencia de la Calzada de la Plata, que pasa entre Monreal y Tonda, explica la pervivencia de este topónimo prerromano, aunque también es de suponer la existencia de una población indígena poco densa, sobre todo en las zonas escabrosas[46].
Los topónimos menores de Salvatierra son numeros1s1mos, como se comprueba en el repertorio reunido por A. Luis Zapatero Arenzana, que utilizó para elaborarlo no sólo el Catastro de Ensenada y las hojas de escala 1:50.000 sino también los datos recogidos «in situ» mediante encuestas.
De los numerosísimos topónimos reunidos por Zapatero Arenzana, selecciono unos cuantos nada más, los que me parecen de mayor interés para completar la visión histórica, toponímica y lingüística que hemos adquirido al pasar revista a la toponimia mayor.
He aquí los topónimos menores seleccionados: Las Aceras, Los Alcaravanes. Las Amealeras, Las Armuñas, La Calamorra, El Condado, Fuente del Escurial, El Páramo, Peña La Rade/La Rae/Las Raes, Sologral, El Teriñuelo/El Tiriñuelo/Los Turuñuelos, El Trampal/Los Trampales, El Tremadal.
Las Aceras es un topónimo menor existente en Campillo y en Cabezuela. Tiene importancia desde el punto de vista lingüístico porque acera y la variante occidental facera son apelativos con vigencia hasta hace poco tiempo en todo el centro-occidente del dominio lingüístico español. El apelativo acera (que habría que escribir hacera) o facera significa «tierra de labor en las inmediaciones del caserío» y o bien procede de *’FACIARIA (< FACIES) o bien del árabe fahs «campo».
Los Alcaravanes es un topónimo menor de Palacios de Salvatierra; es el plural del apelativo, concretamente ornitónimo, alcaraván, cuyo referente es una conocida ave corredora, característica de las zonas esteparias; y el término de Palacios es, precisamente, uno de los más esteparios de Salvatierra, con serlos todos según dijimos al principio de esta conferencia.
Las Amealeras es topónimo menor existente en el término de la villa de Salvatierra. Es un topónimo basado en el nombre común abundancial amealera, derivado de ameal, variante occidental del español común almiar «henazo». Ameal y amealera son formas muy características del sur de Salamanca y Ávila, y del norte de Cáceres, y tienen, por lo tanto, carácter regional y plena vitalidad.
Las Armuñas es un topónimo menor que encontramos en Casafranca y Pizarral. En español arcaico almunia, armunia, armuña tenían vigencia apelativa, sobre todo en el dominio occidental, con el significado de «tierra fértil; huerta; vergel». Pero en la mayor parte del territorio lingüístico español estas formas perdieron su vigencia apelativa y sólo se han conservado como topónimos (Armuña, Armunia, Almunia). En Salvatierra armuña no significa ya nada.
La Calamorra es un topónimo menor del término de Casafranca, designación de una loma muy erosionada. El correspondiente apelativo no existe ya en Salvatierra, por lo que no sabemos lo que esta forma podría significar. Teniendo en cuenta que en la llamada Sierra de Tamames hay un pico, encima de Navarredonda y La Rinconada, que recibe el nombre de Los Calamorros, en zona muy abundante en caleras, y que en Casafranca hay también terreno calizo, por lo menos en forma de mármol, podríamos relacionar calamorra con la cal. Ahora bien, como tanto La Calamorra de Casafranca como Los Calamorros de Navarredonda son elevaciones del terreno no se puede descartar la posibilidad de que calamorra/calamorra significaran «cerro, montículo, loma».
El Condado es un topónimo menor del término de la villa de Salvatierra. Parece recordar la conversión del concejo de Salvatierra en Condado cuando fue señorío de los Condes de Carrión.
En Guijuelo hay una fuente llamada Fuente del Escurial en un paraje llamado El Rozo, lo que nos indica que allí antes hubo monte.
Escurial, como ya he dicho en otra ocasión[47], puede significar «monte de robles o de quejigos», habilitación del apelativo escurial/escorial, derivado de *AESCULIALE, abundancial de AESCULUS «especie del género quercus». Y en la zona sur de Salvatierra todavía hay bastantes robles, y antiguamente tuvo que haber muchos más. Ahora bien, no se puede desechar la explicación tradicional de considerar escorial/escurial como nombres que significan «escombrera, montón de escorias», habilitados luego como topónimos, cosa que no nos puede extrañar porque en gran parte de Salvatierra hay minas abandonadas, excavaciones, escombreras, etc. A este respecto recordemos lo que Gil González de Ávila, nos ha contado de la existencia en Guijuelo de una muy rentable mina de plomo[48], y que aunque el Catastro de Ensenada no nos dice nada de ello todavía hay gentes de Guijuelo que recuerdan la tradición de la existencia de minas de plomo, dentro del término, en tiempos antiguos.
Para decidir sobre una u otra hipótesis habría que hacer una inspección sobre el propio terreno. Mientras tanto no me atrevo a decidirme por ninguna de las dos suposiciones.
El Páramo es un topónimo menor del término de Pizarral, que designa un terreno llano y abierto, lo cual conviene mucho al significado del apelativo páramo, mejor dicho a uno de los distintos significados que páramo tiene en las áreas donde todavía hoy conserva vigencia apelativa, que no son muchas, y en el español culto.
A esta zona de Pizarral, verdaderamente pobre y esteparia, es donde seguramente fueron en muchas ocasiones mis amigos cazadores que según decían «vamos a las parameras de Salvatierra a ver si logramos cobrar algunos sisones y alguna avutarda».
Sobre la etimología y la filiación lingüística de páramo/Páramo se han vertido ríos de tinta. Yo remito a lo que han dicho Covarrubias, Hubschmid, Corominas y Menéndez Pidal. En todo caso, evidentemente se trata de una voz del sustrato hispánico prerromano, que ni en Salvatierra ni en el resto de la provincia de Salamanca se usa como nombre común.
Hay un topónimo menor La Rade en el término de Pedrosillo, el topónimo menor La Rae, en término de Berrocal, y en plural, Las Raes, en término de Fuenterroble.
Sabemos hoy muy bien que rade, rae, rades significaron «dehesa, terreno comunal de pastos, dehesa boyal, monte», aunque hoy no se usen ya como apelativos y sólo aparezcan fosilizados en los topónimos[49].
El Sologral es un topónimo menor del término de Fuenterroble, que procede del apelativo salobral «terreno abundante en salitre» convertido por etimología popular en salobral, y luego en sologral por equivalencia acústica de b/g. Se puede asegurar, sin temor a equivocarse, que en el paraje llamado El Sologral hay terreno salitroso, o aguas salobres, lo mismo que pasa en todos los lugares o parajes llamados Valsalobroso/Valsalabroso, Salobral, Salmaral, Los Salitreros en el resto de la provincia de Salamanca y en gran parte del dominio lingüístico español.
En Aldeavieja, Pizarral y Salvatierra encontramos el topónimo menor El Teriñuelo, en el término de La Tala, El Tiriñuelo, en Pedrosillo, Los Turuñuelos. Todos estos topónimos designan montículos, mogotes, cerrillos más o menos cónicos, que con mucha frecuencia no son otra cosa que dólmenes recubiertos de tierra o restos de un antiguo dolmen expoliado, como sabemos gracias al profesor Maluquer de Motes[50]. Precisamente en El Teriñuelo de Aldeavieja el P. César Morán encontró y excavó un dolmen, y en El Teriñuelo de Salvatierra había un dolmen que desapareció cuando se construyó la carretera de Peñaranda.
En el término de Guijuelo hay un paraje llamado El Trampal, lo mismo que en Cabezuela. Y en Fuenterroble encontramos el microtopónimo Los Trampales. Estos topónimos menores constituyen la habilitación como nombre geográfico del apelativo, todavía con vigencia significativa en gran parte del centro-oeste peninsular, trampal «lugar pantanoso, bodonal, ciénaga», apelativo y topónimo muy frecuentes en el sureste de Salamanca y en gran parte de Ávila y Cáceres.
En Campillo, Fuenterroble y Palacios encontramos el topónimo menor Tremadal, deformación de Tremedal, topónimo mayor y menor conocido en todo el dominio del español y que aparece con gran frecuencia en la zona occidental del dominio. Es la habilitación como nombre geográfico del apelativo tremedal «terreno pantanoso, atolladero, ciénaga» que tiene todavía vigencia apelativa en muchas zonas.
* * *
Conocidos y estudiados todos los topónimos mayores y parte de los topónimos menores de la comarca de Salvatierra podemos ahora clasificarlos, haciendo la advertencia de que algunos de ellos, por sus especiales características pueden aparecer en más de uno de los grupos resultado de la clasificación:
- TOPÓNIMOS DE INTERÉS ARQUEOLÓGICO
Aldeavieja, Castillejo, Teriñuelo/Tiriñuelo/Turuñuelos, El Villar, Villarejo.
- TOPÓNIMOS PROBABLEMENTE PRERROMANOS
Anguas, Mendigos, La Tala, Tanda, Tarazas, Tormes.
- TOPONIMOS DE I NTERÉS HISTORICO
Aldeanueva, Amatos, Campillo, Castillejo, Casafranca, El Condado, La Dueña, El Medrana, Monasterio, Monreal, Salvatierra.
- TOPONIMOS ARABIGOS
Alhándiga (*Castillejo), (*Palacios).
- TOPONIMOS PRESUNTAMENTE RELACIONADOS CON LA REPOBLACION
Amatos, Anguas, Herreros, Montejo, Pedrosillo, Torozos, Valdejerruz.
- TOPONIMOS DESCRIPTIVOS
Las Aceras, Las Alamedas, Los Alcaravanes, Las Amealeras, Las Armuñas, Berrocal, Cabezuela, La Calamorra, Campillo, Campo Mojado, Castillejo, Las Cuestas, Las Dehesillas, Escurial, Fuenterroble, Guijuelo, Horcajuelo, Monreal, Navarredonda, Palacios, El Páramo, Pizarral, La Rade/Las Rades, Los Recios, La Saocera, El Sologral, El Teriñuelo/El Tiriñuelo/Los Turuñuelos, El Trampal/Los Trampales, El Tremadal, La Vega.
- TOPÓNIMOS DE INTERÉS LINGÜÍSTICO
Amatos, Las Aceras, Las Amealeras, Las Armuñas, Berrocal, Cabezuela, Castillejo, Escurial, Horcajuelo, Navarredonda, Palacios, El Páramo, La Rade/Las Rades, La Saocera, El Sologral, El Teriñuelo/El Tiriñuelo/Los Turuñuelos, Valdejerruz.
* * *
A la vista de la composición y de la distribución del corpus toponímico de Salvatierra podemos hacer las siguientes afirmaciones:
Hay relativa abundancia de topónimos de interés arqueológico, y además muy significativos.
Los topónimos que se relacionan directamente con las lenguas prerromanas de la Península son pocos, si prescindimos de nombres que designan realidades no exclusivas de la comarca, como Tormes, Mendigos.
Los topónimos de interés histórico son relativamente numerosos, pero con excepción de Salvatierra, Monreal y, quizá, Amatos, corresponden a épocas tardías, del XIII en adelante.
Son muy pocos los topónimos que directa o indirectamente recuerdan la dominación y establecimiento de musulmanes arabófonos.
Sólo hay un topónimo seguro de repoblación: Valdejerruz. Y, prescindiendo de Amatos, cuya relación con los repobladores es poco probable, el resto de los presuntos topónimos de repoblación son del mismo tipo, del tipo constituido por topónimos que repiten los nombres de los lugares de donde procedían los repobladores.
Llama poderosamente la atención la ausencia de topónimos constituidos por nombre de pila, nombre de pila y apellido, o simplemente apellido, tan frecuentes en las zonas repobladas, en las Extremaduras castellana y leonesa, desde finales del XI a mediados del XII, topónimos numerosísimos en Segovia, Ávila, Alba y Salamanca. Concretamente, en las comarcas que rodean por el norte y el este a Salvatierra, encontrarnos, entre otros muchos topónimos de carácter antroponímico, los siguientes: Sanchillame, Sanchotuerto, Hernancobo, Miguel Muñoz, Llen, Pedrollén, Pelayos, Iñigoblasco, Armenteros, Galinduste, Galindobéjar, Pedro Martín, Martín Pérez… Por cierto que esta misma ausencia, o en su caso escasez, de topónimos antroponímicos que repiten los nombres de los repobladores medievales la encontramos en el Alto Alagón, Las Bardas, Tierra de Béjar,
Sierra de Francia: todo lo contrario de lo que ocurre en Tierra de Alba y en el resto del alfoz de Salamanca, sobre todo en el llamado «Campo de Salamanca», incluida La Huebra, donde los topónimos antroponímicos son numerosos.
III
Los resultados a que hemos llegado después de conocer la composición y estructura del conjunto de los topónimos de Salvatierra nos permiten establecer las siguientes conclusiones:
Hubo en Salvatierra una población en época prehistórica (cosa comprobada también por la Arqueología) y en la época de la dominación romana, sobre todo en el Bajo Imperio, como también la hubo, sin solución de continuidad, hasta la llegada de los musulmanes (el poblamiento en la época visigótica está comprobado por la existencia de restos de construcciones y elementos arquitectónicos típicos del arte hispano-visigótico y, sobre todo, por las famosas pizarras visigóticas con inscripciones encontradas no sólo en Salvatierra sino en las comarcas limítrofes).
Entre los siglos VIII y XI no hubo despoblación absoluta. Prueba de ello son la pervivencia de topónimos prerromanos y la existencia de nombres de lugar de filiación arábiga directa o indirecta. En todo caso, la población debió de ser muy escasa en estos siglos, cosa explicable porque era una auténtica «tierra de nadie».
La práctica ausencia de núcleos de población que lleven el nombre de los colonizadores nos indica que en Salvatierra la repoblación es relativamente tardía, no anterior a la segunda mitad del siglo XII, pues la «moda» de bautizar a los nuevos núcleos de población con los nombres de los repobladores, con los nombres de los jefes del clan familiar que se asienta en cada nueva aldea, es una costumbre que tiene su vigencia de mediados del XI a mediados del XII, y que a partir del XIII prácticamente desaparece porque la forma de repoblar ha cambiado sustancialmente y porque los reconquistadores ya no se encuentran con territorios vacíos de población.
La repoblación de Salvatierra tiene lugar, seguramente, después de la muerte de Alfonso VII, y los repobladores ya no vienen organizados, y en grupos familiares compactos, sino de forma más o menos desordenada (si prescindimos, quizá, de la plaza fuerte de Salvatierra). Los repobladores vienen de todas partes, y de ninguna, no simultánea sino paulatinamente, y los que vienen directamente desde sus pueblos de origen se asientan casi exclusivamente en el extremo norte de la comarca, más protegido que el resto, y quizá lo hacen antes que los repobladores del centro y del sur (todo esto suponiendo que efectivamente los topónimos Herreros, Pedrosillo, Montejo, Torozos recuerden los pueblos de origen de los colonizadores).
El diferente tipo de la repoblación de Salvatierra, sobre todo del centro y del sur, respecto al tipo de repoblación de los alfoces de Alba y Salamanca se explica por ser más tardía y, sobre todo, porque la zona, como todas las «Salvatierras», era una zona de gran peligrosidad, una zona fronteriza atravesada por la vía de comunicación utilizada por cristianos y musulmanes en sus periódicas correrías militares, una zona conflictiva en contacto con concejos castellanos enemigos, una zona, en fin, apta, principalmente, para aventureros, para gentes desarraigadas, para los osados y los valientes.
[1] Vid. LUCAS DE TÚY, Chronicon mundi IV, pág. 110; J. GONZALEZ, Repoblación de la «Extremadura» leonesa, Hispania 1943 (págs. 195-273), págs. 239-241.
[2] Vid. C. SANCHEZ ALBORNOZ, Despoblación y repoblación del valle del Duero, Buenos Aires 1966, pág. 395.
[3] Vid. J. GONZALEZ, Ob. cit., pág. 240.
[4] Vid. J. GONZALEZ, Ob. cit., págs. 220-221, y nota 66, págs. 239-240 y nota 132; Bulario de Alcántara, pág. 16.
[5] Vid. CH. ROSTAING, Les noms de lieux, París, 4ª ed., pág. 97; J. COROMINAS, DCELC IV, págs. 132-133; R. MENÉNDEZ PIDAL, Orígenes del español, 3ª ed., Madrid, 1950, pág. 484; A. LLORENTE, Ob. cit. en nota 10, págs. 38-39.
[6] Vid. Crónica de la población de Ávila, ed. de A. HERNANDEZ SEGURA, Colección «Textos Medievales» dirigida por A. UBIETO, Valencia 1966, pág. 36.
[7] Vid. Catastro de Ensenada, Archivo Histórico Provincial de Salamanca, 1, 2075, fol. 140; ÁNGEL LUIS ZAPATERO ARENZANA, Toponimia de la comarca de Salvatierra de Tormes (Salamanca), Universidad de Salamanca, Facultad de Filosofía y Letras, tesina de Licenciatura inédita, pág. 8.
[8] Vid. Catastro de Ensenada, 1, 2075, fols. 136-137; ÁNGEL LUIS ZAPATERO ARENZA NA, Ob. cit., pág. 7.
[9] ÁNGEL LUIS ZAPATERO ARENZANA, Ob. cit., pág. 7.
[10] Vid. J. SANCHEZ RUANO, Fuero de Salamanca publicado ahora por primera vez, Salamanca 1870, pág. 186; A. LLORENTE, Las comarcas históricas y actuales de la provincia de Salamanca, Salamanca, «Centro de Estudios Salmantinos», 1976, págs. 28-29; A. LUIS ZAPATERO, Ob. cit., págs. 7-8.
[11] Vid. TOMÁS LÓPEZ, Mapa Geográfico de la provincia de Salamanca, 1783, reimpresión hecha por el Depósito de la Guerra, Madrid 1923; M. Dolores MATEOS, La España del Antiguo Régimen. Salamanca, Salamanca, Publicaciones de la Universidad, Acta Salmanticensia, Serie de Filosofía y Letras 52, año 1966, págs. 11-12.
[12] Vid. A. LLORENTE, Ob. cit., pág. 44.
[13] Vid. mapa de don Tomás López; también, M. DOLORES MATEOS, Ob. cit., págs. citadas; A. LLORENTE, Ob. cit., pág. 43.
[14] Vid. mapa de don Tomás López; también, M. DOLORES MATEOS, Ob. cit., y págs. cit.
[15] Id., id.
[16] Id., id.
[17] Vid. Catastro de Ensenada 1, 2075, folios 134 y sigs.
[18] Vid. Catastro de Ensenada folios citados en nota anterior; ÁNGEL LUIS ZAPATERO ARENZANA, Ob. Cit., pág. 11.
[19] Vid. M. DOLORES MATEOS, Ob. cit., pág. 12.
[20] Vid. J. SANCHEZ RUANO, Ob. cit., pág. 186.
[21] 21 Vid. Catastro de Ensenada, libros y folios correspondientes al partido de Salvatierra; ÁNGEL LUIS ZAPATERO ARENZANA, Ob. cit., pág. 12.
[22] Todos los datos referentes a la Mancomunidad de Salvatierra de Tormes los he tomado de la citada tesina inédita de mi alumno A. LUIS ZAPATERO ARENZANA.
[23] Vid. J. M. ROLDAN HERVAS, Iter ab Emerita Asturicam. El camino de la Plata, Salamanca, Facultad de Filosofía y Letras, 1971, págs. 92-95; A. LLORENTE MALDONADO DE GUEVARA, Ob. cit., pág. 38.
[24] 24. Para todo lo referente a la constitución geológica y edafológica vid. FELIPE LUCENA CONDE y otros, Los suelos de la provincia de Salamanca, I.O.A.T.O., Diputación Provincial de Salamanca, Salamanca 1964, pág. 33; A. LUIS ZAPATERO ARENZANA, Ob. cit., pág. 13.
[25] He utilizado los correspondientes a los censos de I950, 1970 y 1981.
[26] Vid. A. LLORENTE, Ob. cit., págs. 105-106.
[27] 27. Id., id.
[28] Vid. C. SANCHEZ ALBORNOZ, Ob. cit., pág. 349.
[29] Vid. G. GONZALEZ DE ÁVILA, Historia de las Antigüedades de la Ciudad de Salamanca, Salamanca 1606, pág. 39.
[30] Vid. A. LLORENTE, Esquema toponímico de la provincia de Salamanca. Topónimos prerromanos (STRENAE, Homenaje al profesor García Blanco, Salamanca 1962), págs. 324-325.
[31] Vid. GIL GONZÁLEZ DE ÁVILA, obra y página citadas.
[32] Vid. A. LLORENTE, Esquema toponímico de la provincia de Salamanca. Topónimos prerromanos, pág. 323; ídem, Toponimia e Historia, Granada, Universidad de Granada, 1969, págs. 28-29.
[33] Vid. A. LUIS ZAPATERO ARENZANA, Ob. cit., pág. 36.
[34] Vid. M. VILLAR Y MACIAS, Historia de Salamanca, 2ª. ed., tomo IX, Salamanca 1975, pág. 176.
[35] Vid. A. LLORENTE, La toponimia árabe, mozárabe y morisca de la provincia de Salamanca, Actas del XI Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica, Madrid, 1965, Madrid 1969, págs. 2.009, 2.017.
[36] Vid. G. GONZALEZ DE ÁVILA, Ob. cit., pág. 39.
[37] Vid. R. MENÉNDEZ PIDAL, Orígenes del español, pág. 223.
[38] Vid. GONZALO DÍEZ MELCÓN, Apellidos castellano-leoneses (siglos I X- XIII), Granada 1957, págs. 47, 62, 97, 300.
[39] Vid. A. LLORENTE, Esquema toponímico de la provincia de Salamanca: topónimos latinos de romanización II (en Homenaje a Vicente García de Diego, RFE XXXII, 1976, Madrid 1976, págs. 301-307), págs. 305-307.
[40] 40. Vid. A. BARRIOS, Repoblación de la zona meridional del Duero. Fases de ocupación, procedencias y distribución espacial de los grupos repobladores, en «Studia Historica», Ediciones Universidad de Salamanca III, nº 2, 1985 (págs. 33-82), pág. 43.
[41] Vid. A. LLORENTE, Ob. cit. en nota 39, pág. 307.
[42] Á. LUIS ZAPATERO ARENZANA, Ob. cit., págs. 81-82.
[43] Apud Espa1ia Sagrada, tomo XIV, pág. 453.
[44] Según la Crónica de Sampiro las ciudades desiertas pobladas y fortificadas por Ramiro II en 941 fueron «Salmantica, Letesma, Ripas, Balneos, Alhandega, Penna et alia plurima Castella» (vid. España Sagrada, tomo XIV, pág. 453).
Alhandega debe de ser Torre Alhándiga, que en el mapa de don Tomás López aparece como Torre Alandiga, entre Fresno-Alhándiga y La Maya.
[45] Vid. para todo esto, A. LLORENTE, Esquema toponímico de la provincia de Salamanca. topónimos prerromanos, pág. 320.
[46] Vid. A LLORENTE, Ob. cit. en nota anterior, pág. 332.
[47] Vid. A. LLORENTE, Esquema toponímico de la provincia de Salamanca: topónimos latinos de romanización I (en Studia Hispanica in honorem R. Lapesa II, Madrid, Cátedra-Seminario Menéndez Pidal, 1974, págs. 297-306), págs. 302-302.
[48] Vid. nota 36.
[49] Vid. J. VALLEJO, Español antiguo «Rades» y un pasaje de Berceo, RFE XVIII, 1944, págs. 48-63; A. LLORENTE, Algunas características lingüísticas de La Rioja en el marco de las hablas del Valle del Ebro y de las comarcas vecinas de Castilla y Vasconia (RFE XLVIII, 1965, págs. 321-350), pág. 344.
[50] Vid. J. MALUQUER DE MONTES, Carta arqueológica de España. Salamanca, Excma. Diputación Provincial, Salamanca 1956, págs. 47, 48, 49, 63, 67, 104, 117; A. LLORENTE, Toponimia e Historia, pág. 11.